Cuando fumar era un placer

Donde han quedado aquellos días en los que fumar no solo era socialmente aceptado sino que además resultaba glamouroso???
Donde la imagen del cigarro era la del ganador, galan, rudo, o la mujer sensual.

La antropología culpa a Colón, mientras que los paranoicos de siempre imputan al cine y la publicidad. Lo cierto de todo es que el acto de fumar, con sus diferentes connotaciones, es parte transversal de la historia de las sociedades...
Hoy durante los cinco minutos que dura un cigarrillo me he sentido bien.
Han sido cinco minutos de completo relax, paz y tranquilidad.
Me acordaba de Sara Montiel y su "chaise longue", cinco minutos pensando en nada y disfrutando el momento.

Tal vez lo he disfrutado tanto porque solo ha sido eso, un momento. El disfrute suele durar poco...
Luego me ha venido a la cabeza la nueva ley anti-tabaco. Prohibir su uso en todos los lugares públicos...
Cuando Catalina de Médicis comenzó a fumar para aliviar sus fuertes jaquecas no sabía el increíble efecto colateral que conllevaría. La nobleza disponiendo de su grandeza erigiendo un icono de la sociedad moderna.
Carl Jung, discípulo de Freud, dice que los cigarrillos son un sustituto del pene. Los estudios indican que la mayor expansión del consumo es entre las mujeres jóvenes, ¿será una relación directa?

Sí, sin ningún género de duda. Me gusta el tabaco y en cierto viaje iniciático a Amsterdam descubrí los efectos terapéuticos de otras yerbas (sí la de Antena 3). Pero eso está escrito en otros lares. Busquen en la Red.
Este “annus horribilis” que comienza al más puro estilo de la cuasi olvidada censura y represión empieza, como digo, con la Ley antitabaco.

Aunque lejos de ser una actividad divina, lo que el cigarrillo entregaba era atmosfera y glamour. Cuando la censura era fuerte y el deseo quería proyectarse, el celuloide se valía del recurso alegórico más potente hasta nuestros días, un cigarrillo.
También asociado al poder, Gangsters, hombres de negocios y figuras de renombre, en la vida y en el cine divulgaron sin tapujos el hábito.
“fumar es un placer, genial, sensual…” rezaba el tango, otra forma musical que en conjunto con el Jazz se valió de la imagen prosaica del cigarrillo para inundar bares y estaciones invernales.

Los más acérrimos defensores de esta Ley anti-tabaco hablan de una cuestión de salud pública. Sí, y el trabajo, y los accidentes laborales, y la contaminación, y los móviles, y los microondas, y el sexo, y la Red, y todo lo que brille bajo el sol (vaya esto también es malo) que se haga en exceso.
Miren: en un hospital, lo entiendo, incluso en un centro de trabajo. Pero lo que no concibo es que en un lugar como un bar, sí los de toda la vida, los que nos distinguen del resto del mundo, donde se tapea, donde los funcionarios desayunan, donde se bebe chatos de vino, se hacen amigos, se liga sin necesidad de Internet, etc, etc, etc, en los que además es VOLUNTARIO entrar, venga un gobierno tri-progre-verde-ecologista a decirme que no puedo furmar y si voy con mis hijos, menos, claro que yo me pregunto, qué coño pintan mis hijos (menores) en un bar, se fume o no en él.

Hoy la regla social tácita dicta que hay que preguntar antes de encender un cigarrillo, evitar los lugares cerrados y no hacerlo delante de los niños.
Muchos niños se tragan todos los días no se cúantos miligramos de carbón activado en el patio de su colegio con la A-6 a menos de cien metros; si usamos el metro, el aire es casi irrespirable y si te subes en un ascensor con una persona que huye del jabón como el que huye de la peste, pues casi te da el famoso “jamacuco”. ¿Nadie hace nada contra esto?
Cuando yo era una niña feliz, muy feliz, parte de mi felicidad la recuerdo cuando acompañaba a mi abuelo a “ligar” al bar del pueblo con todos sus amigos. Menuda escuela; menudas enseñanzas. Ahora los abuelos ni ven a sus nietos: vida rápida, padres separados, atascos, residencias... En ese bar siempre vi a mi abuelo y a sus amigos, fumando. Nadie de los alli presentes nos dejó por el tabaco: el estómago, la próstata, los años. El arte de furmar diría Sara Montiel. Cuando hice la comunión mi padrino llevó puros, esos puros que yo llevé a los bautizos de mis sobrinos, las bodas de mis amigas y no sé a cuántos lugares más.

No puedo entender el espíritu de este legislador, progre de pacotilla, ecologista de la Moraleja o trincón de perdones bancarios. No lo entiendo. No puedo fumar en los bares pero en cambio me pueden vender.
En días pasados supe que 15.000 personas mueren al año en España por la contaminación. En Alemania los coches deben parar sus motores en un paso a nivel con barreras o en un atasco y no se hacen casas con chimeneas. Todo es malo contra la salud pública. En Moncloa hay varias chimeneas y muy grandes; y yace lánguida junto a ese momunento, la entrada más macabra a la gran cuidad, donde transitan miles de vehículos todos los días y los desgraciados universitarios, hijos de la LOGSE, se tragan el humo. Nadie dice nada.
Pobres Rectores, prohibiendo fumar en los bares de la “uni” (¡que recuerdos!), mientras nos tragamos el humo de muchos potentes vehículos de políticos, cargos públicos, etc.

En fin que yo con esta Ley y con este Gobierno progre, no puedo; y como dice el gran Chiquito, por la gloria de madre.
Los empresarios de la hosteleí­a tienen ya las manos sobre la cabeza y se tiran de los pelos, el que los tenga.
-La madre que lo parió, para eso me he gastado yo cuatro millones de pelas en acondicionar mi local?????????
Esto es lo que estarían pensando muchos dueños de bares y locales de copas.
Lo que faltaba
Al final los fumadores acabaremos en ghettos, y eso que al gobierno no le gustan nada los ghettos. Acabaremos en los descampados, fuera de las ciudades, cientos de fumadores hacinados en cien metros cuadrados y facilmente localizables para la policí­a por la nube de humo que tendremos sobre nuestras cabezas.

El mundo gira y gira, la historia se repite y acabaremos corriendo delante de los grises, solo que por otros motivos tal vez menos idealistas. Aunque la libertad del fumeteo tambien es algo legí­timo. No???
Este gobierno nuestro tiene la absurda maní­a de legislar mucho, pero al final no se ocupa de que ninguna de las leyes se cumpla.
Pero si algo hay de positivo en todo esto es que ¡menuda campaña de publicidad!

¡Viva Amsterdam!

El tabaco.....,para algunos símbolo de nostalgia, glamour y placer. Para otros un hábito asqueroso, molesto y sin sentido. Mientras que para el grueso de los fumadores solo es un fiel acompañante, infaltable con el trago y el café.

Nadie fumaba como Beth, como Rita y como las Audreys. Hoy nadie fuma como Carrie… Smoke gets in your eyes…

Al final me he ido por los cerros de Úbeda. De lo que yo pretendí­a hablar era de lo bien que me he sentido durante unos minutos.


Tan bien que hasta me han entrado ganas de fumar.